Nuei de Sanchuan (en
Escalete)
Aquella noche mágica de luna
llena, Nuei de Sanchuan, sucedió lo que más temia.
Sortida de la pardina d'Escalete |
Con mirada furtiva y ojos
brillantes, preñados de tristeza, cargaron fardos, recogieron el
ganado y se fueron. Con ellos, risas y llantos,
canciones y reniegos. ¡Maldita
soledad que los empuja a abandonar mi
reino! Y yo, Giganta de Escalete, no fui capaz de impedir.
Y ahora, sólo un recuerdo de aquellos
atardeceres en que tras larga jornada, los animales eran bajados por los zagales que los cercaban
en el iglesión. Y aquellos críos, volvían de la escuela charlando, con gran
alborozo y orgullo, de la joven maestra que enseñaba de letras y cuentas, les
llevaba al ibón y abría nuevos mundos
desconocidos.
Y si os dijera que muy a menudo se me asemeja aquel locuaz parloteo de las mozas cuando iban a por agua allá donde aguas cristalinas desportillan el roqueral, al barranco de “Forcallo”. ¡Cómo las echo en falta!
Y si os dijera que muy a menudo se me asemeja aquel locuaz parloteo de las mozas cuando iban a por agua allá donde aguas cristalinas desportillan el roqueral, al barranco de “Forcallo”. ¡Cómo las echo en falta!
Sin olvidar los peregrinos que, haciendo un alto en el camino al encuentro
del Francés, se acercaban a la casona en busca de viandas
preparadas por los Dieste, masoveros
de la pardina; y como en llegar los
postres, anocheciendo y junto al hogar, aquellos romeros de dulce parla, nos obsequiaban con relatos y leyendas
de tierras lejanas.
De aquello ya sólo silencio que embolica y algunas noches, de “Os Mallos”,
ráfagas que alarman, crujir de ventanales, sacuden e invaden morada abandonada.
Ventada que se lleva una teja, otra, y algunas más todavía. Ventisca que
pulveriza, arruina.
En Escalete ya no hay casa; sólo
piedras, recuerdos y añoranza.
La casa de Escalete, al peu del camí de Sant Jaume |
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